miércoles, 20 de diciembre de 2006

Pasan noches que dan penas...


“ADOLESCENTE”: viene del termino adolecer y en nuestra sociedad hace mucha referencia a su significado.
Este empieza a transitarla con incertidumbres y la termina con temores. La adolescencia es un invento pos-industrial (ya que hemos visto a lo largo de la historia que en todas las civilizaciones el gran paso era muy festejado: el de niño a adulto) llevo siempre a las más grandes polémicas.

Si bien el adolescente juega un papel un poco mas protagónico que en el siglo XIX, su opinión sigue siendo descartada. Quizás por su inmadurez, quizás por el libertinaje del cual es victima en los últimos tiempos o quizás sin causa exacta es criticado, culpado y hasta discriminado, dejado de lado por su condición que todavía no lo considera como ciudadano.
Este también es utilizado como un objeto de comercio ya que toda una industria se ha volcado a satisfacer sus demandas o mejor dicho las demandas que le imponen la misma industria o la sociedad. Cuando a un adulto se le trata de vender un producto lo hacen demostrándole las ventajas que tendría al comprarlo. Cuando a un adolescente se le quiere vender un producto lo manipulan para que lo compren diciéndole que si no quedan fuera del sistema y no lograran la aceptación de los demás ya que saben que esto es algo que le preocupa demasiado en esta etapa.

Esta etapa es muy criticada siempre desde el punto de vista de los adultos, olvidándose que ellos en algún momento pasaron por este momento, adolecieron de esa seguridad en sí mismo, en el mundo que los rodea, en el futuro, esta inseguridad en su propia inseguridad . Tratando siempre de sobresalir del resto, de buscar su propia personalidad sus propios miedos, sus propios temores, sus propias emociones. Intentó cambiar algo mas que su ser. Por la incertidumbre y emoción que lo caracteriza siempre intentó poner su ideología en conocimiento pero siempre fue criticado, rechazado. Cuando siempre fuimos nosotros: los adolescentes, los que iniciamos las más grandes revoluciones ideológicas y en su defecto los que las sufrimos. Siempre fuimos nosotros, paso en la década del 60 paso en la del 70 paso en la noche de los lápices, pero solo paso... siempre fuimos victimas inevitables del sistema como en la tragedia de Cromañon. Estamos en la etapa más vulnerable de nuestra vida y los adultos ponen en permanente a nuestra merced factores riesgosos. Nosotros somos los criticados y no entienden que somos mas que victimas de este cruel sistema. Nos critican por nuestras falencias, por nuestros miedos. Somos solo medios de trasmisión de las fallas de nuestra sociedad, los adultos son los que manejan el estado y toman de alguna forma las decisiones. Muchas veces nos tratan de drogados, de borrachos, de quilomberos pero son ellos los que nos dan los medios para que nosotros lleguemos a esos estados, claro que esto no lo justifica. Nos tratan de maleducados pero en verdad es que lo somos, somos victimas de este sistema educativo aniquilador de ideologías. Voy a hacer referencia a una persona con el que generalmente no estoy de acuerdo: “las ideas no se matan”. En este caso si que es así es que con este método de enseñanza tratan de asesinar nuestras ideologías imponiéndonos la suya sigilosamente. Cuando intentamos hacer algo para cambiarla no obtuvimos ni apoyo ni respuestas. Somos nosotros por ahora las únicas victimas pero dentro de un tiempo lo vamos a ser todos porque nosotros somos nuestro futuro. Es como una canción de rock que se titula “sueños de un mañana sin presente” ,estamos anhelando un futuro sin tener asegurado nuestro presente. Es como desear una utopía aunque suene increíble que la buena educación de un país este tan alejada que se la compare con algo tan utópico. Es así ,los adolescentes estamos dando un grito desesperado y hasta ahora no hubo indicios de que nuestro grito no fue mudo , que no solo fue un grito en el viento y que se borro como se borra lo escrito en la arena. Porque no falta mucho para que nuestro grito quede marcado en la historia como el lamento mas desgarrador que alguien puede dar. Es por eso que nos necesitamos sentir escuchados y queremos que nos comprendan y nos ayuden y no que nos critiquen y nos marginen: el tiempo pasa el hueco queda. Pasan noches quedan penas